domingo, 22 de junio de 2008



Beata Dolores R. Sopeña






OSCUS
NOTILOLA
Julio del 2.008
No. 51
Edición:
Alexandra de Roca
Telef. 2884536







... un Instituto vivo es vivir vida divina y divinizar cuantas obras se practiquen. Dolores Sopeña.-






COMPARTIR LAS SEMILLAS Un hombre tenía un sembrado de flores bellísimas. Cada día, de sucultivo salían centenares de paquetes para vender a la ciudad con las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer. Este hombre, cada año ganaba el premio a las flores más grandes y demejor calidad y como era de esperarse, era la admiración de todos en la región. Un día, se acercó a él un periodista de un importante medio de comunicación para preguntarle el secreto de su éxito, y el hombre Contestó: - Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren. - ¿Cómo? -dijo el periodista- pero eso es una locura-. ¿Por qué comparte su mejor semilla con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año? ¿Acaso no teme que sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten su importancia? Verá usted señor, dijo el floricultor: - El viento lleva el polen de las flores de un sembrado a otro. Si mis vecinos cultivaran un semilla de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad de mis flores. Si deseo cultivar las mejores y más bellas flores, debo ayudar a que mi vecino también lo haga. Lo mismo ocurre con otras situaciones de nuestra vida. Quienesquieren lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidasque toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos los demás. Es necesario compartir nuestras mejores semillas de cualidades y virtudes para obtener una excelente cosecha que se verá reflejada en una mejor sociedad. "Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculode la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos" Efesios 4:1-6.







COMO LOS PADRES: Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. (V.13) La ternura es un movimiento que oscila entre la compasión y la entrega, un movimiento cuajado de calor y proximidad y con una carga especial de benevolencia. Para expresar este conjunto de matices disponemos en nuestro idioma de otra palabra: CARIÑO. “De ahora en adelante los montes pueden tambalearse y los cerros irse al fondo del mar, pero mi cariño ya no se moverá de tu lado” dice el Señor que siente ternura por ti. “Acaso puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas que está amamantando? Pues, aunque sucediera este imposible YO NUNCA ME OLVIDARE DE TI.” (Is.49.115)






DONDE ESTA EL AMOR, ¿ALLÍ ESTÁ DIOS?. ¿Quién es pues, el verdadero Dios? ¿Cuál es la señal por la que distinguiremos al verdadero Dios? La señal es el amor: el Dios verdadero es aquel que nos saca de la esclavitud del egoísmo y nos pasa a la patria del amor, por “Dios es amor”. Pero esta palabra amor es la peor entendida, porque gran parte de las veces que parece que amamos, en realidad nos amamos. Parecía que amabas a este amigo, pero ayer te informaron que este amigo se expresó negativamente de ti, y tu dices: “nunca más con él”, y efectivamente le cierras para siempre las puertas de la confianza. ¿Quién amaba a quién? Parecía que le amabas al amigo, ¿es que lo amabas o te amabas a ti mismo en él, buscando no sé qué utilidad? Podría yo desvivirme día y noche por el pueblo, luchando por liberarlo de todas las esclavitudes y conducirlo a una patria feliz. Seguramente este pueblo comentará diciendo: ¡Cómo nos ama este hombre! Y mientras tanto podría yo tomar al pueblo como una plataforma para sentirme realizado, importante, famoso. ¿Quién amaba a quién? Servía al pueblo o me servía del pueblo? Con Dios sucede igual. Todo depende de la intención. Una misma tarea que llevo a cabo al impulso de una intención purísima y santa podría hacerla, sin que se note gran diferencia y quizás, sin darme cuenta, por una finalidad bastarda de narcisismo, egolatría y autoglorificación. Dios no puede bendecir la obra de una persona que, con ocasión de su apostolado, sistemáticamente se busca a sí misma. P. Ignacio de Larrañaga.

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